Al país de los baskos se le llama de muy diversas maneras. País Vasco, Pays Basque,Vasconia, Baskonia, País Vasconavarro, Navarra, Euskadi o Euskal Herria, con sus adecuaciones a los diferentes idiomas, son algunos de los denominativos utilizados. Un abanico de nombres muy sugerente pero poco útil para la identificación inequívoca del país.
A ellos hay que añadir los utilizados oficialmente para denominar las tres diferentes administraciones que se asientan en su ámbito antropológico cultural. La Comunidad Foral de Navarra, la Comunidad Autónoma del País Vasco o Comunidad Autónoma de Euskadi denominada también Comunidad Autónoma Vasca y la Communauté d´aglomeration Pays Basque. A todas ellas hay que agregar sus usos en euskara y los respectivos acrónimos.
Para profundizar en la confusión, a esta amplia paleta de nombres se le suma también la acepción en inglés Basque Country, cada día utilizada con mayor profusión y, que muchas veces, se emplea en la forma Euskadi-Basque Country.
Desde que en 2017 se publicó “Vasco, ¿cómo se llama tu país?” la sensibilidad sobre la necesidad de ordenar este tema del denominativo ha ido en ascenso y, hoy, ha crecido significativamente el número de personas que considera éste del nombre un problema a resolver.
A muchos se les antoja su solución complicada, las diferentes acepciones acarrean sentimientos, tomas de posición muchas veces realizadas en edades juveniles, alineamientos con los diferentes partidos cada uno de ellos con sensibilidad particular hacia uno u otro nombre, etc. Frenos que hacen demorar la solución.
Este libro propone tratar el tema con cierto orden y visión de 360º. Describe los despropósitos que la situación supone, estudia cómo otros países lo han solucionado, narra la evolución del nombre a través de la historia, así como su evolución lingüística y, sobre todo, desarrolla un modelo de análisis sociológico que evalúa cuantos aspectos son importantes para que un denominativo funcione, lo que le permite seleccionar el nombre de forma metódica, para, por último, proponer una alternativa de uso real y práctica.
En suma, se presenta una solución razonada y realista, que supone una alternativa coherente al problema del nombre del país.