
Hace unos días, se anunció con gran repercusión en los medios de comunicación españoles el lanzamiento del cohete Miura, el cual, lamentablemente, resultó ser un fracaso al perderse en el espacio pocos días después. En resumen, este incidente ha generado una imagen negativa que, en términos de reputación, representa un retroceso o, si se prefiere, un fortalecimiento de ciertos estigmas que algunos desean superar, y esto se debe a dos factores.
El primer factor es evidente: cuando un cohete se lanza y se pierde, especialmente en un momento de frenética actividad de lanzamientos de satélites por parte de diversos países, incluyendo algunos del grupo BRICS, no transmite una imagen positiva del país. Más bien, surge la duda sobre su capacidad científico-tecnológica.
Este episodio trae a la mente una ley del marketing que establece que, a veces, el ruido y la realidad entran en conflicto. Son numerosos los lanzamientos que logran una amplia difusión en medios, tanto tradicionales como digitales, e incluso en redes sociales, pero que en el fondo encubren una mediocridad y resultan un fracaso. Este ha sido el caso de este cohete, lo cual lo convierte en un excelente ejemplo para las escuelas de comunicación empresarial.
El segundo factor es lo que motivó la escritura de este artículo, incluso antes de que se perdiera el aparato. Se refiere al nombre dado al cohete en cuestión, Miura. Esta es la denominación de una ganadería de toros de lidia, conocida por haber desarrollado una casta especial, que pasa por ser la más indómita del campo bravo.
Parece que no fuí el único en darme cuenta, ya que encontré, entre otros, un X (antes twit) de Fernando de Córdoba (@gamusino) que decía: «Que el primer cohete español se llame Miura también define la imagen que están proyectando como país. Aunque sea una iniciativa privada.»
Es bien sabido que la imagen proyectada de España para la mayoría de quienes la conocen se asocia con sol, playa, siesta, toros y flamenco. Esta es la imagen internacional que la identifica, y en ella se apoya en gran parte el éxito turístico, convirtiendo a este sector en el principal generador de divisas, aportando un 12,2% del PIB y representando el 61% del crecimiento económico de España en 2022.
Sin embargo, han existido instituciones como la que primeramente se denominó «Marca España» y luego «España Global», que a lo largo de su trayectoria han apostado por superar y transformar esta imagen dominada por estereotipos ligados al turismo de playa, en favor de una imagen de país con características y fortalezas de índole técnico-científica.
Evidentemente han fracasado. El hecho de que una empresa privada haya nombrado a su cohete Miura, en alusión al toro bravo, lleva a la conclusión de que en el imaginario colectivo prevalece la idea subyacente de asociar la imagen de España con los estereotipos que se desean superar.
En Baskonia Oeste, así como en Nabarra y Baskonia Norte, para desarrollar su imagen se sigue enfocando en lo esencial: una excelente gastronomía, lo auténtico (como los deportes rurales) y un paisaje impresionante. Al menos, eso es lo que se percibe del viaje del Lehendakari al “Basque Week” de Japón en su esfuerzo por promover el país como destino turístico.
El Lehendakari ha añadido a esta imagen un plus con la inclusión de Baskonia Oeste en la red de ciudades sostenibles, incluso modificando sus criterios para admitir por primera vez a un país en una red que, hasta ahora, estaba compuesta exclusivamente por ciudades.
Que un país industrializado se atreva a mantener su esencia, tal como se ha descrito, y además añada la sostenibilidad, parece coherente en términos de imagen y comunicación.
No obstante, aquí surge una disfunción notable: mientras se busca promover lo esencial, se sigue nombrando a los nuevos proyectos con términos en inglés. Todo es «Basque» con su añadido angloparlante, como por ejemplo el denominado «Basque Week» de Tokio.
Esto representa una gran contradicción con la imagen que se desea proyectar, no cuadra, significa alejarse de lo esencial. Hubiera sido más adecuado añadir un término en euskara con su adecuación correspondiente al japonés e inglés.