Superar los problemas identificativos de la “Euskal Selekzioa”: el himno («Pueblo que canta, espanta sus males» artículo de Gontzal Mendibil)

Tras el partido de fútbol de la “Euskal Selekzioa” en San Mamés donde el pasado día 23 se enfrentó a Uruguay quedé con ganas de escribir sobre la imagen-país que desprendió el partido tanto ad-intra como al exterior del país.

En plano interno hay varios factores que conviene resaltar como la fecha, la competencia de la selección española que restó jugadores, la frialdad de algunos medios y otras cuestiones que fueron superado por el numeroso público que acudió ávido a volver a ver a su “Euskal Selekzioa”.

En el ambiente que se vivió, excelente y cálido por parte del aficionado, faltó, sin embargo, un himno que recogiera el sentir que se transmitía en la grada, salta a la vista que se precisa mayor concordancia entre “lo oficial” y la grada.

Reproduzco a continuación, íntegro, el artículo que hoy 29 ha publicado Gontzal Mendibil en el Correo, porque expresa de forma clara, bonita y poética, aquello que pretendía transmitir.

             PUEBLO QUE CANTA, ESPANTA SUS MALES 

35.461 personas congregó el partido de la selección vasca contra Uruguay, vimos a nuevos valores como el nuevo fichaje del jugador Álvaro Djaló para el Athletic, que demostró su buen futbol, además de marcar el gol que a la postre fue el empate.

Pero hay algo que a mí me llamó la atención, no sé qué cantidad de público uruguayo acudió, pero creo que podrían ser más de 2.000, y que, como es natural, apoyaban fervientemente a su equipo.

Pues, yendo al inicio del partido, suena el himno uruguayo y con los jugadores de su equipo, todos y cada uno del público uruguayo cantaba el himno que retumbaba en el campo.

Llegó el himno oficial de Euskadi, silencio, ningún acompañamiento participativo, me acordé de aquella frase atribuida a Voltaire, año 1756, “Los Vascos, un pequeño pueblo que canta y baila al pie de los Pirineos”.

Sabemos que un himno ha de tener una especificidad, en la que letra y música instiguen datos de referencia simbólica-histórica-cultural. Y sobre todo ha de enaltecer y alabar los valores en unión y esperanza del pueblo que lo canta.

Y puede que el Gernikako Arbola se tome como una de las canciones que concita mayor unión de diferentes tanto en nuestra tierra como en la diáspora y que todos lo hacen propio y lo cantan con facilidad.  En fin, sea uno u otro, cuando hay un acto participativo como es el caso de un partido de futbol, exige la comunión entre jugadores y público que anima a los protagonistas y engrandece el fervor a su equipo.

Pues, si en el inicio del partido fue llamativo el que nadie cantara el himno actual oficial, también fue llamativo que en el intermedio, la actuación musical coreográfica bien trabajada, pero a mi entender poco representativa, nos dejara un tanto fríos al expectante público.

Y me explico, cuando un andaluz expone su cultura y folclore al mundo, es obvio que presenta algo muy propio de su cultura; cuando un gallego presenta sus canciones, suenan las gaitas reforzadas con bailes que son rasgos característicos de su cultura. Si nos vamos más lejos, el japonés que es uno de los países más avanzados del mundo nos muestran su tradición, raigambre y cultura ancestral orientada al mundo moderno.  

Pues, nada de esto se vio en San Mames. Y al no contemplar ninguna especificidad o estilo propio, el mundo no sabría distinguir si estábamos en Bilbao, Marsella o Bogotá.

Un buen reflejo de lo contrario fue el recorrido inaugural del Tour de Francia por tierras vascas, que hizo que el mundo viera una visión global de nuestra geografía con sus paisajes coloristas, y detalles característicos de nuestra cultura y nuestra autoestima. Y por supuesto con una participación de púbico asistente que se recordará en años.

Pues, retomando lo que afirmaba Voltaire, hay algo que todos hemos oído alguna vez: “El vasco habla poco, sin embargo canta mucho”  o “Todos los vascos saben cantar y ello sin haber tenido clases de canto: cuestión de oído. De la misma manera que un africano adquiere el sentido del ritmo desde su nacimiento”.

Tenemos un cancionero rico y extenso, hay canciones memorables que reflejan cada instante de la vida: canciones populares de cuna, infantiles, amorosas, pastorales, satíricas, festivas, épicas, folclóricas, urbanas…

Pero qué duda cabe que hay tiempos en los que se cantaba más; de hecho, casi todos los pueblos cuentan con su coro, y hay quienes albergan varios coros, aunque es cierto que prima la edad madura. Una pasión y arraigo muy cultural, donde hace un tiempo había bares que ponían el cartel de: “se prohíbe cantar”. 

Los jóvenes, tal vez por la influencia de las redes se han vuelto más oyentes que cantantes. Los desafíos de los bertsolaris con una personalidad propia son también un buen referente. Pero, seguimos siendo escuchantes más que activos participantes que es lo que requiere un evento futbolístico. Y en mi penar como cantante, viendo que el público no participara en el canto que se le daba, recuperemos la herencia del canto haciendo caso a los refranes de “Quien ama la música ama la vida y un pueblo que canta nunca muere”.  

“Pueblo que canta, pueblo que espanta sus males”. Vienen días de celebraciones, afinemos pues nuestras gargantas, cantemos en comparsa al compás de nuestras penas y alegrías y gocemos colectivamente al son de nuestros bailes.

                                                                  Gontzal Mendibil       

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