Hacia un nombre único para el país de los vascos

 

euskal_herriko_udalerrien_mapaVasco, ¿cómo se llama tu país?, así he titulado al libro que he publico estos días, con el objetivo de abrir un debate sereno y amplio para que entre todos podamos encontrar una solución a un tema al que he puesto el foco durante algunos años, la enorme dispersión e imprecisión del nombre del país de los vascos.

Porque qué pasa cuando nos preguntamos a nosotros mismos ¿cómo se llama mi país?, inmediatamente nos vienen varias alternativas: País Vasco, Euskadi, Euskal Herria, Pays Basque, Navarra, etc. Pero es que, además de acordarnos de las varias opciones, es muy probable que en la respuesta nos reafirmemos en el nombre por el que alguna vez hemos optado “sí hay varios nombres pero a mí me parece que el más acertado es…”.

Es un tema que lo hemos hablado, discutido, leído, pero la realidad es que seguimos teniendo varios nombres. Estos nombres además no tienen muy definido el espacio que abarcan. El mismo Estatuto de Autonomía define tres formas de denominación: País Vasco, Euskadi y Euskal Herria, para una parte del ámbito territorial.

¿Pero no resulta que Euskal Herria abarca las tres administraciones consideradas vascas? Entonces, ¿cómo llamamos al conjunto si una de las partes se ha atribuido el nombre del todo?

Toda esta falta de precisión, en orden a la aplicación del nombre, lleva a situaciones como el que las selecciones deportivas siquiera tengan nombre. Me gusta poner como ejemplo un artículo recogido en orain.eus donde relata el partido a disputar por la selección juvenil de waterpolo contra Tailandia, el titular decía “La euskal selekzioa juvenil de waterpolo se enfrentará Tailandia”, el cartel publicitario anunciaba “Euskal Herria vs Tailandia”, en el interior del artículo se hablaba del equipo de Euskadi, del equipo de Tailandia que dirige el entrenador navarro y de que el equipo asiático se enfrentará al combinado vasco. Qué impresión se llevarán los tailandeses ante este panorama, “¿contra quién hemos jugado?”.

Otro ejemplo muy ilustrativo es el dominio puntoeus .eus, se ha elegido un dominio de tres dígitos (actualmente no hay posibilidad de que sea más corto), imaginemos que se desea subir un nivel y pasar al de dos dígitos como el de los países estado, hay tres alternativas: .eu, .us, .es, casualmente las tres ocupadas, ni más ni menos que, por la Unión Europea, Estados Unidos y España.

Avanzando en la materia he cotejado las veces que aparecen en Google varios de los nombres, así Euskadi aparece menos veces que Navarra o Vizcaya, casi igual a Gipuzkoa y, en proporción, menos que Álava. Euskal Herria infinitamente menos y País Vasco también, si bien la palabra vasco cuenta con muchas más menciones (hay que recordar que en portugués etc., es también nombre y apellido, lo que distorsiona mucho la consulta).

Pero todo esto no es un problema de ahora, viene de antiguo, diría que de la misma época de los romanos, en la que aparecen por primera vez las menciones a los vascos, por lo que he realizado un esbozo histórico del nombre, donde he podido encontrar más de 50 diferentes denominaciones para el país, desde denominativos clásicos como Vasconia, Euskal Herria, Navarra, Vasconavarra,etc., nombres tan pintorescos como “Nueva Fenicia” acuñado por el diputado y ministro de interior de Napoléon el labortano Garat, Heptarquía Eúscara, Euskaria, etc., hasta llegar a los actuales Euskadi o País Vasco.

He querido también demostrar la importancia de contar con un solo nombre, describiendo la evolución que han seguido diferentes países hasta lograr el denominativo actual, que viene siendo único en muchos de los casos.

Desde la perspectiva del marketing he ahondado en la teoría de la divergencia en los nombres, la creación de nuevas categorías, cómo y hasta qué punto se han dado divergencias en nuestro país y el recorrido de las mismas.

Para, una vez asentados los argumentos de por qué necesitamos un solo nombre para jugar en el campo de los territorios, bien sean estado, nación, comunidad, o cualquier otro nivel, pasar a analizar si existe alguna vía que nos permita llegar a un único denominativo.

Como vulgarmente se dice “me he echado a la piscina”. Son muchos años de trabajar en consultoría de comunicación como para no lanzarse en la búsqueda de una solución. Para ello, he seleccionado los nombres más generalmente utilizados en diferentes lenguas, además de la nuestra, los he tipificado y he pasado a deconstruirlos.

Así he dado con un cuadro de alternativas, sintetizado y, creo que, bastante esclarecedor, donde se incluyen todas las opciones que hoy se utilizan. A partir de ahí, también analizo el comportamiento de cada nombre ante los códigos ISO, que no olvidemos es la raíz de donde parten muchas veces los acrónimos, los dominios internet y otros distintivos o códigos.

Por último selecciono las opciones de nombre que, a mi entender, pueden solucionar el dilema planteado respondiendo a las siguientes exigencias que el denominativo debe considerar, de forma que sea:

-compacto (se admitiría un nombre compuesto pero no separado)

-idéntico en todos los idiomas (en euskera y en los demás idiomas)

-inclusivo (que no margine ninguna identidad, ni ideología, evitando fricciones sociales)

-identificador, reconocible y diferenciador (que discierna suficientemente)

-concordante con los usos históricos

 

Preciso añadir dos consideraciones de suma importancia. La primera es que estoy abierto a todo comentario, crítica constructiva, y colaboración. No soy historiador ni lingüista, pero me he adentrado en ambas disciplinas por absolutamente necesarias para avanzar hacia la búsqueda de una solución, encontrar un hilo conductor y darle luego forma, por lo que pido disculpas si hay alguna imprecisión.

El segundo tema que hay que tener en cuenta es que para abordar el tema necesitamos adoptar un postura abierta, de mente libre, dejemos nuestra opción unas horas descansar y preguntémonos ¿por qué no? así obtendremos como respuesta ¡Vamos a intentarlo!

A mi modesto entender, creo que es un buen momento para abordar el reto, observo en la ciudadanía cierto sosiego y mayor madurez que hace un tiempo. Creo también que una discusión de ésa índole debe plantearse desde la sociedad civil, por encima de la política, entendida ésta como el juego de los partidos políticos.

Afortunadamente, tenemos instituciones civiles asentadas en todo el territorio con larga, amplia y prestigiosa trayectoria como Eusko Ikaskuntza que puede contar con la colaboración de Euskaltzaindia y organizaciones más ceñidas a alguno de los territorios, como la Sociedad Baskongada de Amigos del País, Príncipe de Viana o Euskal Kultur Erakundea entre otras.

Quien lo lidere debe tener claro que se precisa contar con método, actitud propositiva y extensa participación, con el objetivo de lograr un amplio consenso, hecho absolutamente necesario para que el nombre funcione.

Resolver este dilema del nombre hará un gran favor al país, la empresa, el deporte, el turismo, la gastronomía, la cultura, etc., así como al conjunto de la ciudadanía que lo agradecerá. Recordemos la cita de Cicerón “El nombre es presagio” y el proverbio popular “izena duenak izana du”.

 

 

 

 

 

 

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2 respuestas a Hacia un nombre único para el país de los vascos

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