Estos días ha habido cierto revuelo político-mediático con el preámbulo del nuevo estatus de autogobierno que se está debatiendo en el Parlamento Vasco. Uno de los temas que está en cuestión es el nombre que se va a dar al país, a plasmar en el texto que resulte de la ponencia.
Por ahora, se conocen cinco propuestas: Comunidad Estatal Vasca, Comunidad Foral Vasca, Comunidad Nacional Vasca, Estado Autónomo Vasco y Estado Foral Vasco. Salvedad hecha de que más que un nombre son una definición, planteo algunas consideraciones.
Obsérvese que se da por sentado en todas las opciones que lleve la palabra vasc@, por lo que a partir de aquí quedan las combinaciones realizadas en base a cinco conceptos-palabras: comunidad, autónomo, estado, nación y foral. Cinco palabras para rellenar dos espacios que, combinadas, pueden resultar: comunidad estatal, comunidad foral, comunidad nacional, comunidad autónoma (opción no contemplada), estado nacional, estado foral, estado autónomo, nación autónoma y nación foral, sin considerar las formas que se iniciarían con la palabra autonomía.
La primera pregunta técnica que debe hacerse desde la comunicación es la de si hay alguna palabra de estas que sea singular e identifique bien al país de los vascos. La respuesta es obvia, “foral” es una palabra singular que enraíza bien con la historia y con lo que todos los partidos pueden dar como buena.
De hecho el PP del País Vasco tiene en su web un apartado que habla de “comprometidos con la foralidad”. El PSE en su propuesta “Más y mejor autogobierno para responder a los retos del país”, en su apartado tercero, plantea reconocer las singularidades como la foralidad. EH Bildu, en su documento “De la autonomía a la soberanía, bases para un nuevo status político” en su punto octavo habla de responder a la foralidad. En Podemos-Ahal Dugu Euskadi no he encontrado ninguna alusión al término pero tampoco parece que moleste. El PNV lo plantea entre sus propuestas de denominación, que son las arriba relacionadas.
Con todo, si se acepta la palabra foral en la que podrían estar todos los partidos de acuerdo, el problema se reduce y mucho, ya que quedarían las siguientes opciones: Comunidad Foral, Estado Foral y Nación Foral.
Además, si se decide no proseguir con la palabra foral, las combinaciones posibles serían sin duda menos potentes comunicativamente y lejanas a algún encuentro entre opiniones tan diferentes. Las posibilidades serían Comunidad Estatal, Comunidad Nacional, Estado Autónomo, Estado Nacional y Nación Autónoma.
Desde el punto de vista de “marca país” la palabra que aporta identidad es foral, mientras que la palabra que acompañaría se convierte en más secundaria, de manera que su elección puede variar en función de lo que las mayorías propongan, sin que la personalidad del nombre sufra demasiado.
Teniendo muy presente que las palabras tienen un profundo sentido, dejo para quienes se ocupan del ámbito político, el dilucidar, si lo consideran, entre Comunidad, Estado y Nación, así como las valoraciones del posible recorrido de los diferentes conceptos y sus significados, incluido el de foral.
Las consideraciones realizadas hasta este punto son las relativas a la definición de país. El otro tema crucial es el del nombre propio del país. Admitiendo que este no sea quizás el momento para tratar el tema, no me resisto a plantearlo ya que con estas definiciones el país sigue sin nombre propio y, por tanto, con un problema no resuelto.
Son nombres propios Euskadi, País Vasco, Vasconia, Wâskonia, Euskalherria, etc. Si se piensa un momento qué ocurriría si se adopta la definición tal y como está planteada, sin nombre propio, cualquiera de los arriba citados sería una alternativa mejor, pero es muy probable que siguiera arrastrando problemas.
La posibilidad de que se sigan usando acrónimos es muy alta CFV, EFV, NFV, etc. Además, hay que duplicarlos con los que se darían en euskera. Probablemente también se siga cayendo en imprecisiones y contradicciones, tal y como lo he comentado en artículos anteriores, denominando a la parte con el nombre del todo y viceversa. Ocurre también, si se usa cualquiera de estos nombres, que ciudadanos que se consideran vascos pero viven en otras zonas de Euskalherria pueden sentirse molestos, ya que ellos también son vascos aunque ni por nacimiento ni ciudadanía pertenecen al ámbito administrativo incluido en este nuevo estatus.
Así como reconozco enormes ventajas a la palabra foral y me he atrevido a defenderla, abordar esta cuestión del nombre propio ahora, sin haber ahondado el conjunto de la sociedad en un debate sosegado sobre el tema, me parece arriesgado, pero voy a atreverme con una propuesta.
La opción personal que sugiero es que, tanto en castellano como euskera, se utilice la palabra Wâskonia. Cuando se trate de matizar, hablar de diferentes ámbitos etc., se le añadiría el apelativo de Oeste o Mendebaldea según el idioma. Un mayor desarrollo de este concepto puede verse en mi libro “Vasco, ¿cómo se llama tu país?”.
Si se aceptara esta vía, se podría hablar por ejemplo de Wâskonia Osoa cuando se trate de los tres ámbitos correspondientes a los dos estados y tres administraciones en que vive el pueblo vasco, o de Wâskonabarra cuando se hable de Wâskonia Oeste más Nabarra.
Esta articulación permitiría también asimilar el concepto Euskalherria con Pueblo Vasco, tal y como lo plantea alguna de las propuestas presentadas y recoge el actual estatuto en vigor.
Utilizar estas alternativas puede servir de acercamiento a las diferentes posiciones políticas, a la vez que se solucionaría alguna de las contradicciones inherentes por la diversidad de usos que ahora se dan a similares nombres en función de los diferentes ámbitos.
Comunidad/Estado/Nación Foral de Wâskonia, es una opción que supone un esfuerzo (enorme en muchos casos) y exige flexibilizar ideas, pero tiene la positiva contrapartida de que abre una vía de solución.
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